Mejor cocina de autor

Rafael Osterling

Eligió la cocina por descarte. Iba a ser diplomático, pero Alberto Fujimori cerró, el 5 de abril de 1992, la Escuela Diplomática. El destino hacía de las suyas. La cocina fue su segunda opción y hoy es su esencia, “su motivador de vida, casi como una religión”.

 

El creador de Rafael, El Mercado y de la flamante trattoria Rocco admite sus logros siempre como incompletos, pero sabiendo “que algo al menos estamos haciendo bien”. Sus reconocimientos nos llevan al Latin America’s 50 Best Restaurants y a los premios Summum, donde Rafael ha ganado muchas veces el premio al mejor restaurante de cocina peruana contemporánea.

 

Hoy Rafael ve sus nuevas aventuras culinarias “con incertidumbre, con mucha concentración, de manera lúdica también e integrando con abundante energía a todo el grupo humano que me acompaña como una gran familia”.

 

Rafael es inquieto, curioso, ecléctico, creador. “Si a mí me preguntaran cuál es mi temor más grande, la respuesta sería quedar desactualizado. Por eso investigo, leo, viajo mucho y experimento con nuevas técnicas de cocina, fusiones e inspiraciones culinarias”, dice, mientras pone los ojos en los comensales del restaurante que lleva su nombre y que respira además de buena sazón, amor por el arte. No en vano confiesa que, de no ser cocinero, intentaría ser arquitecto o diseñador industrial.

 

Empezó en la cocina a los ocho años preparando dulces; a los 14 pasó al mundo salado. Su madre, “estupenda cocinera”, lo introdujo en el arte de la cocina y le educó el paladar también. Era la década de 1970. Había mucha escasez. Se comía riñones, sesos, mollejas. Tiempos aquellos.

 

Cada uno de sus restaurantes tiene su marca de autor. Rafael es la casa formal, elegante, a veces atrevida, El Mercado es un espacio desinhibido y Rocco es el lugar del descubrimiento.

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