Reconocimiento Especial a los Dulces de Moquegua

Dulces de Moquegua

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Recetas bien guardadas, generaciones que heredaron quehaceres y tradiciones celosamente preservadas. Cosa de mujeres, en realidad. Las cocinas –o, más bien, reposterías– de Moquegua han sido siempre lugares de reunión, disfrute y trabajo.

 

Todo nació de una feliz oportunidad. Se trata mayormente de negocios familiares que se desarrollaron junto con la industria vinícola y un ingrediente común: el huevo. Los viticultores del fértil valle de Moquegua usaban las claras, allá por el siglo XVII, para clarificar el vino que producían, mientras que las yemas eran sabiamente destinadas a la confección de dulces.

 

Hoy día, las afamadas dulcerías conservan valiosos recetarios, legado de antigua data y orgullo de muchas familias que preparan desde el célebre alfajor de penco, el incomparable manjar blanco moqueguano o los infaltables guargüeros, niditos de amor, voladores y mucho más.

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