Fue en 1983 que Carlín Semsch fundó La Rosa Náutica. Fernando Puga, uno de los propietarios, lo recuerda como un aventurero, pescador de alto riesgo y gran soñador. Semsch tuvo la idea de montar un restaurante sobre el mar, apoyado en un espigón de rocas. Así nació La Rosa Náutica, que pronto se convertiría en el destino de peruanos y extranjeros que buscaban una cocina especial, con vistas de ensueño.
Desde entonces y hasta hoy, destacados chefs han pasado por estos predios dejando su huella. La cocina ahora está en manos de Pedro Miguel Schiaffino, el prestigioso chef que desde hace año y medio está reinventando este clásico limeño sin perder la esencia de sus orígenes.
“La familia Puga me ha dado libertad para trabajar. Tengo un equipo extraordinario. Somos casi ciento treinta personas: el 70 % tiene entre veinte y treinta años trabajando aquí, lo cual dice mucho de la empresa”. Es un restaurante que atiende seiscientos cubiertos diarios, que tiene una carta A. M. y otra P. M.