El 15 de marzo de 2022 murió Bernardo Roca Rey, un grande de la gastronomía peruana, un hacedor y un visionario, un creativo y un apasionado, un hombre que nos deja un inmenso legado y una valla altísima.
“El recuerdo del paladar es más potente que el del oído”, solía decir ese soñador incansable y creativo que fue el gran Bernardo Roca Rey, quien falleció a los 77 años dejando un amplio legado en todos los terrenos que exploró con su inagotable curiosidad.
Bernardo era un hombre amable, inquieto, generoso, enamorado del Perú y de su exquisita gastronomía, la cual investigó, resaltó e hizo brillar.
Licenciado en la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Sevilla, estudió periodismo con su abuelo Luis Miró Quesada desde los 13 o 14 años. Fundador de la revista Somos, de Canal N, de los diarios Trome y Perú21, empezó a construir en la década de 1980 los cimientos de lo que sería la revolución gastronómica peruana. Entonces, nadie sabía lo que estaba por venir. Fue un adelantado a su época.
Lo impulsaba la necesidad de revalorar los insumos autóctonos y aplicar en su preparación técnicas modernas, siempre cuidando la estética en la elaboración. Nació así la llamada cocina novoandina, creada –según anotó– para motivar a los peruanos a creer que la cocina contemporánea tenía algo que decir en nuestros platos criollos. Lo hizo de la mano del gran Cucho La Rosa.
Este grande hizo de Mistura la imagen de un país de múltiples sabores; perpetró libros memorables como “500 años de fusión” –reconocido como el Mejor Libro de Cocina del Mundo en los Gourmand World Cookbook Awards– y trabajó arduamente por la cultura culinaria en el país con proyección internacional.
En 2010 fue designado como el primer viceministro de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales. Fue en esa época que presentó un expediente para postular la cocina peruana como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Bernardo luchó hasta el final por sus sueños, los sueños de un Perú mejor.
Hasta siempre, Bernardo.